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Tras el rumbo del Capitán Smith

Por Pablo Zubiaurre

Tras el rumbo del Capitán Smith

Y el Presidente habló en la base Comodoro Marambio. Desde allí lanzó un mensaje con pretensiones de estadista, categoría que muchos dudamos de que sea aquella en la que se lo pueda encasillar.

“Este año, los argentinos celebramos los cuarenta años de democracia ininterrumpida. En los años de la dictadura, creíamos que una democracia fuerte solo era una utopía que vagaba entre nuestros sueños. Ahora que esa utopía se ha vuelto realidad, es hora de plantearnos otra utopía: la utopía de la igualdad”, dice Alberto con gesto solemne. De mi parte, aplauso, medalla y beso. Coincido en un cien por cien. La utopía de la igualdad o, mejor expresado, la utopía de una base de vida digna para todos, es el norte de muchos. El problema es el del camino hacia esa situación, no prevista por el Waze, pues acto seguido dice el Presidente que:

“Cuando los invito a acompañarme en procura de hacer realidad esa utopía, también los estoy invitando a promover igualdad territorial a lo largo y a lo ancho del país”.

Acá se suman dos elementos que es mejor no dejar pasar. El primero es que el camino hacia ese estado de cosas, parece que es “con él”. A ese sitio se llega a través de su guía y nos invita generosamente a acompañarlo. Paso. La segunda cosa es que la utopía propuesta al principio, me parece, es la social. La territorial es otro tema, por supuesto, muy interesante también.

“Acá, bajo los cielos más australes del mundo, quiero invitar a cada argentino y a cada argentina a que pensemos en nuestro país, que lo imaginemos entre todos y todas. Porque aquí, en el fin del mundo, uno puede asumir la dimensión de la Patria.”

Si efectivamente, la Antártida le va a aportar claridad y dimensión intelectual, no me opongo a la Base “Casa Rosada” al pie del Monte Coman o en la península Hollick Kenyon, donde la claridad debe ser mayor aún que en Marambio, que como sabemos está más integrada al conocimiento del argentino medio. Adelante, señor Presidente. No se olvide de llevar a su gente. Estoy seguro que los “chicos” de la Cámpora no querrán ir, pero igual todos sabemos que integran el gobierno sin hacer nada a su favor. No será para usted una pérdida sensible. Grabois, Pérsico, Belivoni, deberán por fin hacer patria en largas caravanas de trineos para llegar con su propuesta y reclamo.  En fin, el poblamiento de la Antártida será irreversible y con él, la soberanía argentina ya no podrá doblegarse.

Hasta acá, todo ganancia. El problema es que siguió y dijo:

“El año pasado conmemoramos los 40 años de la guerra de Malvinas y fue muy conmovedor escuchar a millones de argentinos y argentinas recordar a nuestros combatientes durante los festejos del mundial. Es hora de volver a poner la vista en el sur. Malvinas es una causa actual y es más que la memoria de la guerra. Malvinas es una causa nacional, porque el Atlántico Sur y, sin dudas, nuestro territorio antártico son un enclave vital de nuestra soberanía territorial y política.”

Ahí me dio como un miedito.  Porque si ahora que está para lanzarse a su reelección, el ceniciento Presidente que luego de tres años y medio se despertó del ensueño en el que lo sumergió una malvada bruja, se encuentra con que las encuestas siguen sin acompañarlo, podría ocurrírsele la gran Galtieri, y pegar un golpe de timón a esa opinión pública invadiendo nuestras islas, que siguen ocupadas por ingleses y kelpers. Quizás se le ocurra que hoy los ingleses están ocupados con otras cosas, que les preocupa Ucrania, que falleció la Reina y al nuevo le falta experiencia, que en Chile no está Pinochet para ayudarlos, y que, en fin, puede estar todo dado para anotarse una página de gloria. Desconfío que esté leyendo a Carlos Fernández y sus informes sobre el estado del sistema de defensa, lo que le sembraría alguna duda. Esperemos que la situación que atraviesa el presidente, cuyo intelecto tal como las Malvinas, parece hallarse tras un manto de neblina, no haya evaluado realmente semejante locura. Y continúa…

“Argentina es mirada por el mundo como el símbolo de todo lo que podemos lograr juntos. Por eso desde el final del mundo, vengo a hablarles de nuevos inicios, de principios. Comienza un mañana de paz y prosperidad. Unidos, lo estamos haciendo posible.”

Pensar que Argentina es mirada en el mundo como símbolo, es temerario. Decirlo bajo la ducha mientras uno se baña, es una locura. Expresarlo en un discurso oficial es sencillamente haber perdido el temor al ridículo. Como no sea por el fútbol, nadie nos mira de esa forma. “Vengo a hablarles de nuevos inicios”, es una frase más propia de un apóstol que de Fernández, a tres años y medio de gobierno. En el Evangelio de San Lucas Tadeo tendría un sentido. En este momento, en el que encabeza un gobierno cuyo primer piquete lo tiene en el Ministerio del Interior, suena simplemente ridículo. Claro, es la avanzada de su pretensión reeleccionista delirante. ¿Está bien el Presidente? En apariciones localizadas en lugares recónditos, aparece diciendo que “La unidad es una condición necesaria para hacerle frente a una derecha que existe, que dice lo mismo que reclama el neoliberalismo en Wall Street”, o que “el riesgo devaluatorio desapareció” con el acuerdo con el FMI. Una contradicción caminando. Luego afirma que “ahora hay que abordar otros problemas de la inflación que está autoconstruida en la cabeza de la gente”, “que el problema de la gente es el de hacer colas en los restaurantes”, o “que el mayor problema de los docentes es el de que no les descuenten ganancias”.  Y podría seguir con los exabruptos. ¿Nadie le dice al Presidente que existe Internet?, ¿Nadie le da una mano revisando lo que va a decir? Ayer un periodista, ante la negativa de los Movimientos Sociales –luego se arrepintieron- para acompañarlo en el Acto de Apertura de sesiones en el Congreso, ahora devenido en lanzamiento de candidatura a la reelección, asociaba su situación con el título de aquella muy linda novela de Osvaldo Soriano: Triste, solitario y final. Ese parece ser el destino de uno de los más deslucidos Presidentes que hayamos tenido los argentinos.

Cristina mira complacida mientras juega de víctima con su proscripción, que no es tal, floreando ser la candidata que más adhesión tiene, y obviando que fuera de ese porcentaje que no alcanza, no hay nada más. Tiene lista la zanahoria para ponerle de nariz al muñeco de nieve. Es una zanahoria de Gucci, eso sí.

Los carteles de Alberto 2023 ya están hechos. Su figura comienza a asimilarse dramáticamente a la del capitán del Titanic, Edward John Smith.

Empezamos hablando de la Antártida, y terminamos hablando de mares helados.

El Iceberg se prepara para hacer su trabajo.

Pablo Zubiaurre, profesor de historia y escritor, exintendente de Ayacucho, miembro de la Mesa Comité Provincia UCR

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