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“Salario universal y reducción de la jornada de trabajo”

El papa Francisco  con un discurso político instó a “cambiar el sistema socio-económico actual porque -afirma- ha perdido su rostro humano”


Ciudad del Vaticano, 16 Oct. 2021 (Aica, Zenit)  En un video mensaje que envió al IV Encuentro Mundial de Movimientos Populares (vía  zoom) el papa Francisco volvió a pedir  por  un salario universal y la reducción de la jornada de trabajo.

La pandemia desnudó las desigualdades sociales

Reclamó “un ingreso básico o salario universal para que cada persona en este mundo pueda acceder a los más elementales bienes de la vida. Es justo luchar por una distribución humana de estos recursos. Y es tarea de los gobiernos establecer esquemas fiscales y redistributivos para que la riqueza de una parte sea compartida con la equidad sin que esto suponga un peso insoportable, principalmente para la clase media -generalmente, cuando hay estos conflictos, es la que más sufre”  fue el punto de partida del video mensaje grabado en el Vaticano y difundido por la Sala de Prensa del Vaticano.

Según Francisco la pandemia “transparentó las desigualdades sociales que azotan a nuestros pueblos” advirtiendo que “retornar a esquemas anteriores sería suicida, ecocida y genocida”.

Menos horas de trabajo para incluir más trabajadores

“En el siglo XIX los obreros trabajaban doce, catorce, dieciséis horas por día. Cuando conquistaron la jornada de ocho horas no colapsó nada como algunos sectores preveían” señaló.

Respecto de la jornada laboral Bergoglio propone “trabajar menos para que más gente tenga acceso al mercado laboral es un aspecto que necesitamos explorar con cierta urgencia. No puede haber tantas personas agobiadas por el exceso de trabajo y tantas otras agobiadas por la falta de trabajo” pero aclaró que se trata de “medidas necesarias, pero desde luego no suficientes”.

“No resuelven el problema de fondo, tampoco garantizan el acceso a la tierra, techo y trabajo en la cantidad y calidad que los campesinos sin tierras, las familias sin un techo seguro y los trabajadores precarios merecen. Tampoco van a resolver los enormes desafíos ambientales que tenemos por delante. Pero quería mencionarlas porque son medidas posibles y marcarían un cambio positivo de orientación”, subrayó.

Francisco admite que se ha vuelto “pedigüeño” 

El Papa destacó a  los movimientos populares mencionando una larga lista de labores desde cartoneros, recicladores, vendedores ambulantes, pasando por tipo de cooperativistas e incluyendo a trabajadores de barrios y villas. A este grupo los caracterizó como “poetas sociales” que  son “un verdadero ejército invisible que es parte fundamental de esa humanidad que lucha por la vida frente a un sistema de muerte”

Con un picardía propia de quien conoce la densidad de su demanda Francisco  reconoció que “me he vuelto pedigüeño”. Entre los destinatarios de su utopía de mutaciones globales  pidió “a los grandes laboratorios, que liberen las patentes. Tengan un gesto de humanidad y permitan que cada país, cada pueblo, cada ser humano tenga acceso a las vacunas” y continuó con los grupos financieros y organismos internacionales de crédito reclamando solidaridad con los países pobres, solicitando “que condonen esas deudas tantas veces contraídas contra los intereses de esos mismos pueblos”.

Condena a las corporaciones y fabricantes de armas

En la andanada de peticiones no excluyó “a las grandes corporaciones extractivas —mineras, petroleras—, forestales, inmobiliarias, agro negocios, que dejen de destruir los bosques, humedales y montañas, dejen de contaminar los ríos y los mares, dejen de intoxicar los pueblos y los alimentos”.  Y a  las grandes corporaciones alimentarias les exigió  “que dejen de imponer estructuras monopólicas de producción y distribución que inflan los precios y terminan quedándose con el pan del hambriento”

Francisco conminó a los fabricantes y traficantes de armas a cesar totalmente su actividad, “una actividad que fomenta la violencia y la guerra, y muchas veces en el marco de juegos geopolíticos que cuestan millones de vidas y de desplazamientos”.

Consecuente con su visión del mundo Bergoglio se lanzó contra  los gigantes de la tecnología para “que dejen de explotar la fragilidad humana, las vulnerabilidades de las personas, para obtener ganancias….”, y a los “gigantes de las telecomunicaciones que liberen el acceso a los contenidos educativos y el intercambio con los maestros por internet para que los niños pobres también puedan educarse en contextos de cuarentena”.

Desencanto con los medios de comunicación

La severa crítica socio-política también metió en la bolsa de desencantos a  los medios de comunicación, “terminen con la lógica de la post-verdad, la desinformación, la difamación, la calumnia y esa fascinación enfermiza por el escándalo y lo sucio” invitándolos a que  “busquen contribuir a la fraternidad humana y a la empatía con los más vulnerados”.

“Quiero pedirles en nombre de Dios a los países poderosos que cesen las agresiones, bloqueos, sanciones unilaterales contra cualquier país en cualquier lugar de la tierra. No al neocolonialismo. Los conflictos deben resolverse en instancias multilaterales como las Naciones Unidas. Ya hemos visto cómo terminan las intervenciones, invasiones y ocupaciones unilaterales; aunque se hagan bajo los más nobles motivos o ropajes”, indicó también.

Una locomotora que nos lleva al abismo

En su mensaje de disgusto con “este sistema con su lógica implacable de la ganancia” Francisco sentenció que “está escapando a todo dominio humano. Es hora de frenar la locomotora, una locomotora descontrolada que nos está llevando al abismo”. Con una cuota de agria esperanza advirtió “todavía estamos a tiempo”.

 “Cuídense de escuchar solamente a las elites económicas tantas veces portavoces de ideologías superficiales que eluden los verdaderos dilemas de la humanidad” les señaló a los gobernantes y a los políticos de todo los partidos”. Y casi en declamación de barricada les exigió que “sean servidores de los pueblos que claman por tierra, techo, trabajo y una vida buena”

Meritocracia… y discurso populista… en el banquillo

En su proclama de advertencias Francisco llamó a todos los líderes religiosos que “nunca” usen el nombre de Dios para fomentar guerras y que estén junto a los pueblos; y a todos, “enfrentar los discursos populistas de intolerancia, xenofobia, aporofobia – que es el odio a los pobres—, como todos aquellos que nos lleve a la indiferencia, la meritocracia y el individualismo; estas narrativas sólo sirvieron para dividir nuestros pueblos y minar y neutralizar nuestra capacidad poética, la capacidad de soñar juntos” aseveró.

El Papa  considero injusto que le adjudiquen personalismo a sus mensajes socio-económicos, en los que él entiende son principios históricos y básicos de la Doctrina Social de la Iglesia.

“Y a veces cuando los Papas, sea yo, o Benedicto, o Juan Pablo II decimos alguna cosa, hay gente que se extraña, ¿de dónde saca esto?”, preguntó. “Es la doctrina tradicional de la Iglesia. Hay mucha ignorancia en esto (…) Y me entristece cuando algunos hermanos de la Iglesia se incomodan si recordamos estas orientaciones que pertenecen a toda la tradición de la Iglesia”. No hay duda que el contenido del mensaje papal excede los religioso, tiene un alto contenido político e incomoda a propios y ajenos en el heterogéneo mundo de la fe.

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