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MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA


El Día Nacional de la Memoria por la Verdad y Justicia es una fecha en la que se busca mantener vivos en la reflexión y memoria social los tristes acontecimientos producidos en la última dictadura militar.

No con el objetivo de depositar una visión estática sobre aquella etapa tan oscura, no con el objetivo de perpetuar un ánimo social irreparable, no con la intención de vivir con la mirada puesta en el pasado.

Sí con el objetivo de tener presente los errores cometidos y las consecuencias terribles que de ellos pueden desprenderse, sí con el objetivo de una consciente muestra de respeto por las familias víctimas de la desaparición de un hijo, una hija, una nieta o un nieto, sí con el objetivo de buscar justicia y dar luz a los acontecimientos que tuvieron lugar en aquella triste etapa de la historia argentina.

El 10 de diciembre de 1983 el pueblo argentino desbordaba las calles liderado por una persona que prometía más que una salida electoral, una entrada a la vida. Un nuevo presidente, electo por el 51.7% de los votos ciudadanos, asumía el cargo después de siete años sin urnas. El hecho, hoy recordado como una fiesta democrática, puso fin a la más cruda dictadura que conoció el país. Por eso y desde ese entonces, cada 10 de diciembre en Argentina celebramos el Día de la Democracia, la misma fecha que las Naciones Unidas festeja el Día de los Derechos Humanos.

El día de la asunción, Alfonsín pronuncia estas palabras desde el balcón del Cabildo, ante una multitud que colma la Plaza de Mayo, saludándolo y celebrando el fin de la dictadura. En su breve discurso, Alfonsín llama a restaurar la dignidad del hombre y al trabajo conjunto, y cierra recitando el preámbulo de la Constitución Nacional, que es coreado por la muchedumbre. 

«El compromiso está aquí, y es básicamente un compromiso con nuestros contemporáneos, a quienes no tenemos derecho alguno de sacrificar en función de hipotéticos triunfos que se verán en otros siglos. Nosotros vamos a trabajar para el futuro. La democracia trabaja para el futuro, pero para un futuro tangible. Si se trabaja para un futuro tangible se establece una correlación positiva entre el fin y los medios. Ni se puede gobernar sin memoria, ni se puede gobernar sin la capacidad de prever, pero prever para un tiempo comprensible y no para un futuro indeterminado. Los totalitarios piensan en términos de milenios y eso les sirve para erradicar las esperanzas de vida libre entre los seres humanos concretos y cercanos. Los problemas que debemos prever son, a lo sumo, los de las siguientes dos generaciones». (Palabras de Don Raúl)

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