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Me doy por vencido

Por Pablo Zubiaurre

Me doy por vencido

Así decíamos de niños, cuando en algún juego la continuidad del mismo dejaba de tener sentido. Una forma de ahorrar tiempo que iba a consumirse sin la menor expectativa de modificar el resultado. Era mejor empezar una nueva partida, donde las chances de ganar estuvieran renovadas. Era lícito hacerlo, un gesto de buen perdedor, un signo de razonabilidad.

Quizás haya sido eso. Aníbal es, año más o menos, contemporáneo mío. Bah, tiene unos añitos más, pero estoy seguro que en su niñez ya se usaba esta licencia de la que hablo. Para qué sostener una partida de ajedrez con el rey y tres peones contra un rival con la reina y dos torres. Solo una pérdida de tiempo. Estaba bien darse por vencido y no estirar la agonía. ¿Para qué? Ahí se volteaba el rey, y a otra cosa.

Aquellos años, a cierta edad, suelen producir ese bello sentimiento que es la nostalgia, revivir un tiempo pasado que genera la sensación de bienestar, de placer, de afectos, de bellos recuerdos, de querer volver allí. ¿Será la nostalgia del “me doy por vencido” que le nubló la conciencia, y lo llevó a expresarse como se expresó? Desde que hace algunos años el entonces ministro de Economía, Hernán Lorenzino, se hizo famoso con la frase “Me quiero ir”, en medio de un álgido reportaje para el que carecía de argumentos, diciendo de alguna forma “me doy por vencido”, no ocurría un hecho tan particular. Un ministro de Seguridad afirmando “En Rosario ganó el Narco”, se constituye en un hecho inédito. Un “me doy por vencido” de alguien que no está jugando, y no tiene la opción de darse por vencido. Analicemos un poco estas desafortunadas declaraciones.

En primer lugar, mientras su Presidente se lanza para una reelección improbable, este “darse por vencido” no hace otra cosa que afirmar que el Gobierno se manifiesta incapaz de siquiera pelear para velar por la seguridad de sus ciudadanos.

No es una falla, es una rendición. Ya no es ganar ni sostener, es admitirse perdedor. “Ya ganó el Narco”, es lo mismo que “El Gobierno Federal no puede con el Narco”.

– Pablo Zubiaurre –

Está claro que Aníbal dice “en Rosario, ya ganó el Narco”, como si el Gobierno nacional pudiera desprenderse de lo que allí pase con una situación generada, principalmente, por delitos de carácter federal. Rosario queda en Argentina, país del que Aníbal es ministro de Seguridad. Está claro que pretende que la responsabilidad caiga sobre el gobierno de la ciudad de Rosario, quizás en la provincia de Santa Fe, pero eso no es así. Las reglas y las obligaciones son claras.

El Narco de Rosario es un problema que le compete directamente a la Seguridad nacional. Todos sabemos eso. También queda claro que, si la Seguridad nacional no puede con “Los Copitos”, unos tipos que guardan todas las pruebas en su contra en un celular que conservan el día que los agarran, nadie debería sorprenderse que no pueda con los Monos y anexos. Otra potencia, otra inteligencia, otra cobertura, otro poder. Es de toda lógica. A su favor, todos les temen a los Narcos, que carecen de normas, principios y códigos, y además cuentan con el dinero para que ocurran cosas que deberían desenmarañarse para entender por dónde corre la impunidad de estas bandas. Hace un tiempo, instalaron un teléfono fijo frente a la celda de Cantero. ¿Casualidad? Claro que no.

Si el Gobierno, que a nueve meses de finalizar su mandato no perteneciera al Peronismo, estimo que todos y cada uno de los actores políticos estarían pidiendo el adelantamiento de las elecciones, ante la manifiesta incapacidad para cumplir con un deber propio, y el estado de resignación ante la situación.

– Pablo Zubiaurre –

Porque es muy grave lo que dijo el ministro de Seguridad, pero tan grave como eso es que, hasta el momento, el Presidente no le haya exigido su renuncia. Es un bombero que se manifiesta incompetente para apagar un fuego. Es un acta de impotencia del Gobierno nacional. No pareciera que vaya a ocurrir ese pedido de dimisión; es más probable que Alberto diga algún día de estos en Charata, en Chañar Ladeado, o en cualquier otro punto de nuestro país, que los vidrios del Supermercado ya estaban rotos y la denuncia es para cobrar el seguro, o que los muertos son aquellos que no quisieron vacunarse, que el caos lo causan los municipales de Javkin que es Narco, o vaya a saber qué disparate inesperado a los que nos ha acostumbrado. Eso hay que reconocerlo, el tipo es ocurrente.

Los diversos partidos políticos han manifestado su apoyo al pueblo de Rosario, la víctima a la que nadie parece ayudar, a su Intendente y también a un Gobernador abandonado por los propios. La UCR ha sido muy clara en este apoyo con presencias y documentos que testimonian su preocupación. Los especialistas dirán quiénes y cómo deben ponerse al frente de esta lucha, en qué cantidad y con qué preparación. Ese es un tema en el que deben opinar quienes saben del tema. Pero lo necesario es que sea YA. Estamos ante un problema ante el cual, y aquí disiento con Aníbal, no hay lugar para un “ME DOY POR VENCIDO”.

Pablo Zubiaurre, profesor de historia y escritor, exintendente de Ayacucho, miembro de la Mesa Comité Provincia UCR

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