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Inflación nuestra de cada día


Es un fenómeno económico sencillo de percibir, basta con observar los aumentos de precios en los bienes y servicios que compramos mes a mes. A lo largo de su historia, Argentina se ha caracterizado por numerosos episodios inflacionarios e hiperinflacionarios.

Las consecuencias de la inflación son graves, principalmente económicas y soportadas en mayor medida por las personas de menores recursos. Sin embargo, las consecuencias de este mal no son solo económicas, sino también alcanzan a la moral y la psicología de los ciudadanos.

Los efectos que alcanzan son   la pérdida de poder adquisitivo, que ocurre porque el costo real de los bienes y servicios aumenta, es decir, el ingreso de las familias alcanza cada vez para menos. No se incluye en los contratos y, por lo tanto, en los contratos a plazo, siempre una parte pierde mientras otra gana. La inflación fomenta el gasto actual y castiga al ahorrista, en episodios de alta y persistente inflación genera una disminución en la inversión y redunda en menores tasas de crecimiento de la economía (Producto Bruto Interno).

Millones de argentinos ni siquiera están pudiendo cubrir sus necesidades básicas. 5 de cada 10 argentinos son pobres.

Y la situación es aún más dramática entre los niños: más de la mitad de los menores de 14 años (el 54,2%) vive por debajo de la línea de pobreza, lo que equivale a casi 6 millones de chicos.

Los economistas anticipan que esa cifra seguirá aumentando este año como consecuencia del nuevo impulso que tomó la inflación.

La aceleración de precios hizo que Argentina incluso lograra un desafortunado récord, al superar por primera vez en décadas a Venezuela en inflación mensual. Pero además, los sectores de ingresos más bajos están desprotegidos contra el alza de precios porque suelen tener empleos informales, que no están amparados por una herramienta que se viene usando en los últimos veinte años para resguardar a la población contra la inflación: las paritarias.

Se trata de acuerdos entre sindicatos, empresas y el gobierno para adecuar salarios a la subida de precios.

Pero lo cierto es que ser un asalariado «en blanco» tampoco garantiza protección contra la inflación en Argentina.

Porque, aunque tengan trabajo los sueldos están por el piso.

Siempre tuvimos inflación en Argentina, pero antes los sueldos le ganaban, ahora incluso con trabajo sos pobre.

Los trabajadores registrados perdieron cerca de un 30% de su poder adquisitivo en los últimos cinco años y los no registrados perdieron casi el doble.

Mientras se define quién tomará las riendas del país en diciembre, los argentinos rogamos poder llegar a fin de año sin repetir alguna de las grandes debacles que marcaron las últimas décadas, como la hiperinflación del 1989/90 o el estallido económico y social de 2001/2, cuyo recuerdo aún duele hoy.

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