El precandidato presidencial por la UCR participó del ciclo de Infobae que se propone vincular las inquietudes de los jóvenes con políticos que participan del proceso electoral. Hablaron sobre el futuro, la educación, Milei y de otros temas fuera de la agenda previsible
Facundo Manes intercambió experiencias y opiniones con doce chicos y chicas que hablaron sin formalismos sobre sus inquietudes.
Facundo Manes llegó a las corridas. Entre el tránsito porteño, siempre endiablado, y una escala imprevista -”tuve que atender a un amigo por una emergencia médica”, confesó- La entrevista informal de Infobae empezó sin demasiados preámbulos, directo y al hueso. Hay que subrayar algunos aspectos singulares del protagonista: médico neurocientífico, divulgador apasionado, diputado nacional y precandidato presidencial por la Unión Cívica Radical.
Con todas esas “etiquetas”, Manes enfrenta a los doce participantes convocados para una nueva edición de este ciclo que se propone vincular a los políticos que participan en este año electoral, decisivo para el futuro, con la problemática, las inquietudes y la realidad que viven los jóvenes.
Recordó al mítico René Favaloro y, aunque resaltó “no le llego ni a los talones”, se reconoció en aquello que los identifica: ser médicos y estar al mismo tiempo comprometidos en lo público. “No sé por qué se pegó un tiro, pero la frustración de Argentina a veces hace que los mejores aflojen”, afirmó.
Durante la extensa charla Manes detalló las ideas que promueve como parte de un plan para sacar a la Argentina de la crisis que la hunde en la desesperanza y la ausencia de destino: ”No entendemos que la economía y la prosperidad están ligadas a invertir en los cerebros de la gente, de los ciudadanos, de los niños, de los jóvenes y que la riqueza de las naciones tiene que ver con la educación, la ciencia y la tecnología”.
”Pensamos que una cosecha nos va a salvar o que como tenemos recursos naturales vamos a ser ricos. No es así”, consideró Manes. Y apuntó contra la alternativa que más impacto tiene entre los jóvenes, el libertario Javier Milei. “La libertad es lo opuesto a lo que dice Milei, no es sálvese quien pueda”, manifestó.
En esta edición de La entrevista informal participaron Lucía Sánchez, 20 años, estudiante; Darly Donado, 29 años, estudiante; Ludmila Carrelli, 26 años, productora y estudiante; Santiago Hourcade, 24 años, contador; Felipe Aquino, 22 años, estudiante y empleado; Virginia Santeusanio, 22 años, estudiante; Tammy Calderón, 32 años, estudiante; Carlos Grimolizzi, 28 años, médico; Victoria Konovalov, 21 años, estudiante; Jorge Damián Díaz, 34 años, empleado y estudiante; Micaela Maidana, 23 años, estudiante; e Imanol Lostra Kolb, 21 años, estudiante.
La entrevista informal
De izquierda a derecha. Carlos Grimolizzi, Virginia Santeusanio, Santiago Hourcade, Tammy Calderón, Ludmila Carrelli, Jorge Damián Díaz. En el centro Facundo Manes y luego, Micaela Maidana, Felipe Aquino, Victoria Konovalov, Lucía Sánchez, Imanol Lostra Kolb y Darly Donado
-Micaela: ¿Por qué cambiaste de ser una persona que se dedicaba a la ciencia, que era neurólogo y tenías una imagen muy positiva, a ser político que, en general, reciben muchas críticas?
-Es un muy buen punto. Mi hijo Pedrito, a los 13 años -ahora tiene 15- cuando le dije que iba a ser candidato estaba enojadísimo. Sigue enojado conmigo porque me dediqué a la política. Él quiere ser neurólogo, neurocientífico. Y me trajo un gráfico diciendo que los trabajos más prestigiosos del mundo eran ser científico, el primero, y ser médico, el segundo. Y el menos prestigioso, ser político.
Ahí me dijo “papá, vas a pasar de los dos trabajos más prestigiosos, al menos prestigioso”. Y yo le respondí “no importa Pedrito, no importa mi prestigio si 7 de cada 10 chicos en el Conurbano bonaerense no tienen para comer. No importa nada mi prestigio si mi país no tiene rumbo”.
Yo me entrené para ayudar al dolor y el dolor hoy es tan grande que me quedó chico mi consultorio. Yo no podía ver involucionar mi país en todos los aspectos, educativos, económicos, los chicos que se quieren ir, los chicos de clase más vulnerable que se van del sistema, que no creen en la democracia, y yo quedándome en el consultorio.
Lo que me pasó a mí fue pasar de una vida muy confortable a una vida dura, donde te atacan por solamente crecer, cosas raras que nunca comprendía desde la medicina, donde es ayudar, y desde la ciencia, donde es descubrir cosas. Pero no importa nada de eso -que es cierto que pasa y es muy duro- cuando está sufriendo mucha gente en mi país.
-Imanol: ¿Qué conceptos de las neurociencias aplicás a la política.
-Bastante. Sobre todo comprender al ser humano. Las neurociencias básicamente es comprender la conducta humana. Por qué somos humanos, qué nos hace humanos. De hecho, las habilidades del futuro que más se van a valorar son las habilidades que la inteligencia artificial no va a poder suplantar, como la creatividad humana, la inteligencia, la decisión.
Siendo neurocientífico, neurólogo, habiendo dedicado mi vida al estudio de la mente humana, eso me ayuda mucho para esta nueva vocación, que es la política. Porque la política se trata de seres humanos, de conexiones entre humanos, y básicamente me he dedicado toda la vida a entender las personas.
-¿En alguna cuestión te jugó en contra?
-Sí, fue un shock. Hace dos años, me dedicaba todo el día a la medicina, a ser científico, a investigar, a liderar grupos médicos y grupos de investigación, a ser docente. Todo el día trabajando con la evidencia, con la verdad, y después pasé a un mundo donde cualquiera dice cualquier cosa. Vengo toda mi vida de trabajar en equipos, que nos vaya bien a todos, en ayudar al otro. Y a veces la política se convirtió en un fin en sí mismo, por tener el poder, por mejorar los recursos del político o la política. Pero se perdió lo mejor de la política que es pensar una comunidad, pensar el bien común, pensar en las próximas generaciones, pensar en los que menos tienen, en la desigualdad.
Así que fue un shock pasar de una vida de médico, de científico, y rodeado de gente que todo el día buscaba el bien. De ahí, a estar en un ambiente donde todo es muy complicado, porque más que pensar en el bien común se piensa en cómo sacar a los codazos al que tiene buenas ideas.
Facundo Manes habló con los jóvenes sobre su experiencia de transitar del mundo de la ciencia a la política
-Ludmila: ¿Considerás que la inteligencia artificial se debe aplicar a la educación tanto a nivel universitario o en general?
-Sí, sin dudas. La inteligencia artificial no es nueva, surge a mediados del siglo pasado, y consistía en programas que hacían tareas para las cuales fueron programadoas. Ya en esa época había una revolución -estamos hablando de la mitad del siglo pasado, 1950- también había miedos a que la inteligencia artificial nos superara a los humanos. No pasó, aunque había hipótesis de que los robots iban a superarnos.
En las últimas décadas cambió la inteligencia artificial y ahora se trata de programas que hacen tareas para las que no fueron programados, sino que aprenden del ensayo y error y, otra vez, viene la idea de que nos van a superar. Creo que el futuro es híbrido: las máquinas ya hacen cosas que nosotros hacíamos y las hacen mejor que nosotros. Por ejemplo, la inteligencia artificial es mucho mejor que los seres humanos para analizar grandes cantidades de datos y para encontrar patrones. Pero nunca la inteligencia artificial -nunca les aseguro- va a ser mejor que nosotros para generar la inteligencia colectiva.
-Virginia: En 2018 escribiste que el poder puede cambiar la mente de quien lo ejerce. ¿Creés que el poder, ya que sos precandidato a presidente, puede corromperte?
-No. Es cierto que el poder puede cambiar la mente. Hay un síndrome famoso, de Hubris, o Hybris, cada uno lo llama diferente, que fue descripto antiguamente, pero ahora por un neurólogo conocido mío de Inglaterra (NdR: David Owen) donde manejar un kiosco, un negocio o ser gobernador, tener poder en algo, puede cambiar la mente de las personas, sobre todo si no hay reglas o instituciones que regulen la conducta humana. Por eso son muy importantes las instituciones.
Los países fracasan por la falta de instituciones, porque los seres humanos tenemos esta tendencia a ser corruptos. Hay conductas corruptas en las abejas, en los chimpancés y en los seres humanos, porque a lo largo de la historia nuestra especie buscó sobrevivir, y para sobrevivir, tener más comida, se buscó traer todo para sí mismo.
¿Cuándo cambió esto? Hace siglos, cuando se puso al hombre en forma igualitaria frente a la justicia, aunque muchos países todavía no lo hicieron. ¿Qué diferencia que en Dinamarca haya menos corrupción que en la Argentina? Las instituciones y la sanción social; eso nos ordena.
Como soy muy pro instituciones, no voy a cambiar y, aparte, porque tengo una misión, que es convocar a todos los argentinos, no importa quién lo haga, a que de una vez por toda discutamos el desarrollo, la prosperidad, cómo generar riqueza, cómo reducir la desigualdad, en vez de discutir temas viejos. En la Argentina estamos discutiendo temas de hace décadas atrás. El kirchnerismo es nostálgico de los 70. Nosotros, los radicales, somos nostálgicos de los 80. Y los del PRO y Milei son nostálgicos de los 90. Pero estamos viviendo en el 2020.
-¿Pero qué te diferencia a vos para que no vayas a ser corrompido por el poder?
-Mi historia. Mi historia es la de un chico hijo de un médico rural y de una madre que no terminó sexto grado y que le dijeron “trabajá, estudiá y sé honesto, y eso te va a ayudar en tu vida”. No me dieron nada, mi vida fue cuesta arriba, todo me costó.
En mi pueblo nadie pensaba que yo podía ser médico, porque jugaba al fútbol bien -me veían más jugador de fútbol- porque era travieso y no me veían estudioso. Después, nadie pensaba que yo me iba a ir a afuera a estudiar porque no sabía inglés. Y aprendí inglés en Estados Unidos y en Inglaterra. Después cuando volví en el 2001 todos me decían “es imposible en Argentina generar algo”. Volví justamente en el 2001 y generé INECO, Neurociencia Favaloro, que son instituciones médicas con científicos y docentes que hoy son muchísimas personas. Y todo lo hice cuesta arriba.
Si no sabemos de dónde venimos no sabemos a dónde vamos. Y yo sé de dónde vengo: vengo de una Argentina que nos decía a todos cuando crecimos que si éramos honestos, trabajábamos y nos esforzábamos íbamos a progresar. Y eso pasó en mi vida. Esa Argentina no existe más, me la robaron. Y estoy acá, justamente, para recuperar esa Argentina.
-Micael: Te escucho hablar de tu construcción identitaria, tu historia, el institucionalismo y es como si escuchara a mi papá, que tiene tu misma edad y también es médico. Con mi viejo tenemos bastantes diferencias en un montón de temas, principalmente en aspectos sociales. ¿Cómo podrías convocarme -a mí y a las personas que son como yo, de mi edad- para que te apoyemos y para que acompañemos tu proyecto de país?
-Es al revés. Yo tengo que acompañarte a vos. Ustedes tienen que liderar. Todo lo mejor de la Argentina va a depender de ustedes, no de nosotros, no de tu viejo, ni de mí. Cuando era chico creía que si uno era honesto, trabajaba y estudiaba a uno le iba a ir bien, y fue así en mi vida.
Hoy no existe más ese país: el otro día vi una encuesta que decía que muchos jóvenes en la Argentina piensan, no es que les guste, sino que piensan que el dinero se hace siendo político, siendo futbolista o narco, vendiendo drogas. El cambio que tenemos que hacer es cultural, es un cambio de una mentalidad colectiva. Ustedes lo tienen que hacer, los jóvenes.
Los jóvenes no tienen que aceptar las cosas como están, tienen que creer en ustedes, tienen que liderar y nosotros tenemos que acompañarlos a ustedes. Estoy acá para acompañar todos los procesos que están surgiendo desde los jóvenes. Entiendo que están frustrados, que están enojados, que no creen en nada -no en nada de ustedes, sino en nada de la política- y entiendo por qué no creen en la política, por qué no creen en las instituciones. Hoy mucha gente dice para qué defender las instituciones si no me dan nada.
Así que yo te cambio el panorama: creé en tus luchas y nosotros tenemos la obligación de acompañarte. Porque nuestra generación, la más vieja, hizo esta desigualdad en este país, así que no tenemos autoridad para exigir que nos acompañen. Estamos para acompañarlos a ustedes.
-Victoria: Me gustaría saber si alguna vez pensaste la relación entre Larreta y Favaloro. Toda la polémica que se generó sobre su muerte. ¿Qué pensás sobre eso?
-Favaloro es la historia de alguien que nació en un lugar muy humilde, un barrio humilde de La Plata, que a través de la educación pública pudo estudiar. Que se fue a La Pampa, a un pueblo de campo, Jacinto Aráuz, en el medio de La Pampa, a los 40 años, cuando la mayoría de la gente en ese tiempo, a esa edad ya pensaba en jubilarse a los 50.
Él, sin saber inglés, se fue a los Estados Unidos, empezó como cadete en la Cleveland Clinic, y a los diez años desarrolló el bypass aorto-coronario que cambió la cirugía mundial. Y cuando era uno de los mejores cirujanos del mundo, podía ganar millones de dólares y le ofrecían estar en los mejores lugares, se vino a su país y creó un instituto médico-científico como la Fundación Favaloro, después la Universidad, de la que tuve el honor de ser rector. Y después se pegó un tiro.
No sé por qué se pegó un tiro, pero la frustración de Argentina a veces hace que los mejores argentinos aflojen. Todos los días pienso en Favaloro y en cierta manera tomo la causa de Favaloro. Y me involucré en política también porque a mí me hubiese gustado que un Favaloro esté en política. Yo no soy Favaloro -no le llego ni a los talones- pero me gustó tomar la posta en cierta manera de un médico en la política.
La muerte de René Favaloro conmocionó a los argentinos y su huella sigue imborrable
-Santiago: Hablando un poco de esta frustración que decís, yo consumo ansiolíticos y el hecho ya de levantarte, salir a la calle, trabajar, sentir que la plata no te alcanza, llego a la noche a mi casa y digo “bueno, me tomo una pastilla y duermo”. Hablo con mis amigos y me pregunto ¿por qué cada vez somos más los jóvenes que consumimos ansiolíticos? Es como un canal de descarga. ¿Qué opinás, por qué son cada vez más las personas que estamos de esta manera y consumiendo?
-Primero te felicito por la valentía de hablar de esto.
-Gracias.
-Es muy importante hablar de esto. Uno de cada tres argentinos tiene un problema de salud mental: puede ser ansiedad, puede ser depresión, puede ser algo más severo. Y es importante hablar, porque no hablamos, y sobre todo, porque en los jóvenes y en los adolescentes la prevalencia de ansiedad y depresión, es fenomenal. En el mundo, pero particularmente en la Argentina y post pandemia, se da esto y nadie habla.
-Creo que somos uno de los primeros países que más se consume ansiolíticos.
-Exactamente. Y Argentina te estresa.
-Sí, pero mi pregunta va más al por qué creés que son cada vez más los jóvenes que estamos en esta situación.
-En el mundo hay una tendencia a problemas de salud mental cada vez más importantes, por la vida moderna, la tecnología. La tecnología es muy buena para muchas cosas, pero es muy mala para la salud mental. Los recursos cognitivos son limitados. Si estoy en una reunión y chequeo el celular, el WhatsApp, y pienso que hago las dos cosas bien -que estoy atendiendo la reunión y que estoy chequeando los mensajes- pero las dos cosas las voy a hacer mal. No voy a entender mucho de la reunión y quizás le mando algo equivocado a otra persona.
Los recursos cognitivos son limitados, se agotan, pero hoy vivimos con la multitarea, haciendo mil cosas a la vez. Eso nos estresa, nos angustia, nos da ansiedad, nos da depresión. La exigencia del mundo moderno, entre comillas “el valor del éxito artificial”, todo eso nos estresa.
¿Qué hay que hacer? Vamos al revés. Cómo puedo ayudar frente a tu pregunta ¿Qué nos hace bien? Y ahí te respondo: primero la conexión humana, así que dejen los teléfonos; segundo el altruismo, sean altruistas; tercero, tengan un propósito que vaya más allá de ustedes; cuarto hagan ejercicio físico, mediten, porque un cerebro atento al presente es un cerebro más feliz y más productivo.
Lo que da bienestar son los contactos humanos, las relaciones humanas. Si yo les pregunto a ustedes ¿cuántas relaciones humanas profundas tienen? ahí está la respuesta de su bienestar. No me tienen que contestar, pero cuántas relaciones profundas humanas tiene cada uno de ustedes está gran parte del bienestar.
Sin embargo, vivimos en una sociedad que exige otras cosas, y ahí está mucha de las causas de este estrés, ansiedad y angustia que vivimos en este mundo. Así que vuelvan al ser humano, mediten, hagan ejercicio, tengan vida social. Y dejen el celular y la tecnología por un rato largo y van a ver que van a poder dormir mejor.
Facundo Manes recordó con mucho respeto y admiración al doctor René Favaloro
-Lucía: Te interrumpo un segundo, ¿alguna vez tuviste que consumir vos ansiolíticos o antidepresivos, viviendo en el exterior o siendo un médico que sufre tanta presión, o ahora como político?
No. No tuve porque trabajo bastante para eso. El bienestar se construye. No es que voy a salir a la calle ahora o ustedes van a salir ahora y “ah, por ahí me toca ser feliz” o “por ahí me toca estar bien”. No, ese estado de ánimo se construye. Todos los días medito, hago mindfulness tres o cuatro veces por día, unos minutos, respirar profundo, censar el cuerpo, concentrarme en el presente sin juzgar. Trato de hacer ejercicio, de tener relación con mis hijos, con mis amigos, con mis amigas. Leo. No me intoxico mucho con las redes sociales. Trabajo mucho para sentirme bien.
Si uno no se siente bien, no puede dar al otro. Y como médico uno tiene que estar bien porque si viene un paciente deprimido y yo estoy peor que él va a ser un problema. Me tengo que cuidar mucho porque mi vida es dar y uno tiene que trabajar para eso.
-Damián: Hay un dicho entre los jóvenes que dicen “no fumes cigarrillo porque pulmones tenemos dos; fumá marihuana que neuronas tenemos un montón”. Y te pregunto a vos, que conocés mucho del tema, ¿hasta qué punto la marihuana puede ser un disfrute y hasta qué otro punto puede generar un problema grave en la mente de las personas o en la salud?
-Buena pregunta. Yo tuve una historia personal: mi viejo fumaba mucho y tenía enfisema, el tórax grande y demás… Y todas las noches que yo recuerdo de mi vida como adolescente -en una casa de pueblo, con frío, hace 40 años- pensaba que mi viejo se moría porque lo escuchaba toser, lo escuchaba con disnea, que le faltaba el aire. Por eso quizás mi hermano y yo nunca fumamos, porque vimos el efecto del cigarrillo en nuestro padre.
-¿No te generó curiosidad saber qué te produce la marihuana?
-La imagen de mi padre muriéndose por haber fumado me alejó de probar cualquier cosa. Pero es una buena pregunta. Estoy a favor de legalizar la marihuana con psicoeducación, es decir educando, porque en algunas poblaciones, por ejemplo los adolescentes, con riesgo de psicosis, la marihuana puede aumentar la psicosis. Que el consumo prolongado de marihuana puede producir algunos efectos adversos, porque no es gratuita la marihuana. No es tan nociva como otras drogas pero depende de la frecuencia, de la cantidad y demás. Pero yo estoy a favor de la legalización con educación, psicoeducación, educar que en algunas poblaciones de riesgo -por ejemplo algunos adolescentes- pueden haber altos grados de psicosis con el consumo de marihuana.
Con otras drogas es diferente: la cocaína daña el cerebro y la mejor manera de hacer una campaña para no usar cocaína es mostrar el cerebro de alguien que consumió cocaína por largo tiempo y en grandes cantidades. Entiendo tu pregunta y en eso te respondo: estoy a favor de legalizar la marihuana pero con psicoeducación, que es educando de los riesgos en ciertas poblaciones.
-Y otro amigo me dijo, cuando se producía una muerte con el tema de las pastillas de éxtasis en fiestas electrónicas, que “no mata la pastilla, mata la manija”. En los jóvenes por ahí está esa tendencia a decir “yo sé hasta dónde controlarme”, pero no sé si en realidad es tan así.
-Vamos a hablar de cocaína y de lo que hace en el cerebro. ¿Qué hace? Aumenta los niveles de dopamina, que es un mensajero químico que nos da placer, como es el sexo, una hamburguesa con queso. Cuando hay placer, hay dopamina. ¿Qué hace la cocaína? Aumentar los niveles de dopamina en un sistema de neuronas que se llama “sistema de recompensa”.
El tema es que para el mismo placer, cada vez necesitamos más cocaína. Ese control que vos decís no se cumple, porque uno se habitúa. El sistema neuronal para provocar el mismo placer va a necesitar cada vez más cocaína y ahí hay un impedimento de ese control que vos mencionás.
-Carlos: Soy médico, trabajo en un hospital público que no tiene servicio de internación, cuando hace 10 años que ya se aprobó la Ley de Salud Mental. ¿A nivel de salud pública qué harías con esa situación?
-La Ley de Salud Mental hace 10 años fue algo bueno porque reconoció el problema y le dio un plan, pero claramente tiene falencias y tiene que ser modificada en muchos aspectos. Así que me pareció una buena etapa hacer el plan, pero es un momento de revisarlo, de poner como prioridad la salud mental en la Argentina, de que hablemos los ciudadanos, los políticos, los líderes, y que revisemos en muchas cosas el plan de salud mental. Fue una buena medida pero tiene que ser revisada en forma urgente.
-Ludmila: Te cambio un rato de tema. Notamos que en la actualidad a los chicos les cuesta leer y escribir. ¿Qué propuestas tenés para mejorar la educación?
-El cerebro aprende cuando algo nos motiva, nos inspira y nos parece un ejemplo. Y hoy, en mi opinión, al no tener un proyecto de país basado en lo que realmente dinamiza las sociedades y les da prosperidad, que es el conocimiento, muchos piensan que estudiar es algo como un hobby, que no está relacionado con el crecimiento económico a nivel personal o de la sociedad.
En la Argentina tenemos una economía muy primaria todavía y dependemos del clima. Vieron que se complicó la economía en parte por la sequía, porque dependemos del clima, como hace 100 años. Los países que se desarrollaron no dependen más del clima. En la Argentina no entendemos que la economía y la prosperidad está ligada a invertir en los cerebros de la gente, de los ciudadanos, de los niños, de los jóvenes. Que la riqueza de las naciones tiene que ver con la educación, la ciencia y la tecnología.
Al no estar eso como prioridad, no priorizamos la educación. Acá todavía no entendemos eso, pensamos que una cosecha nos va a salvar o que como tenemos recursos naturales vamos a ser ricos. No es así. Nosotros no tenemos tantos recursos naturales per cápita, somos el país 40 y pico. Y hoy aunque fuéramos primeros en recursos naturales, los recursos naturales no mueven la economía.
¿Qué es la educación? La educación no es solamente aprender algo, la educación es el fortalecimiento de la autoestima necesaria para perseguir los sueños de uno. La educación es una brújula confiable en un mundo cambiante, volátil. La educación es valentía, es coraje, es curiosidad. La educación es potenciar los recursos cognitivos, sociales y emocionales para tomar acción. La educación nos hace más libres.
La campaña anterior. Facundo Manes es diputado nacional por el radicalismo en Juntos por el Cambio
Preguntas inusuales
-Virginia: Esta es una consulta un poco más descontracturada. ¿Alguna vez usaste tus conocimientos en neurociencia para seducir a una mujer?
-(Risas) Guau. He fracasado mucho con la seducción, pero te voy a decir algo: tengo toda la educación formal que se pueda tener -doctorado y todo eso, incluso en las mejores universidades- pero donde aprendí psicología, conducta humana ¿sabés dónde fue? en mi pueblo.
Cuando crecí en Salto entre los 6, porque antes vivía en Arroyo Dulce, y 17 años, al boliche que íbamos, como iban las chicas de nuestra edad, de 16, y también las de 40 y pico, divorciadas o no, todos al mismo boliche. A la escuela iban todos los sectores sociales. El pueblo, la ciudad, te permitía amigos de 50 años. Trabajaba en una imprenta donde mis patrones tenían 40 años y yo tenía 14. Ahí aprendí psicología. La mejor psicología se aprende conviviendo con la gente.
Lamentablemente, esa Argentina desapareció. Ahora está todo diversificado por clases sociales. Los colegios son de acuerdo a la capacidad social, igual que los clubes. Esa Argentina de la escuela pública donde estaba el más rico y el más pobre desapareció.
-Felipe: También te hago una pregunta un poco más descontracturada. ¿Hace mal el porno?
-¡Qué buena pregunta! No tengo una respuesta científica, pero no porque no la haya. Como todo, depende de la frecuencia, de cómo te impacta en tu vida personal. Estoy tratando de dar una respuesta científica a una pregunta personal, pero creo que si te pasás todo el día viendo porno y no sos productivo, afecta. Pero ver porno de vez en cuando no pasa nada.
-Y en el mismo campo, ¿pagaste alguna vez por sexo?
-No. No, no pagué por sexo. Era encarador, entonces tenía mucho rechazo pero algún éxito. Entonces no, no tuve que pagar por sexo.
-Victoria: Con respecto al aborto ¿alguna vez te tocó una experiencia personal de acompañar a alguien a realizárselo?
-Estoy a favor del aborto legal porque creo que es una cuestión de salud pública. Como ustedes saben, en los países que no tienen aborto legal tienen más muerte de las madres. La gente más rica tiene más privilegios, porque puede conseguir clínicas que hagan el aborto y los sectores más vulnerables no tienen esa posibilidad. No tuve una experiencia personal. No tuve más allá de la medicina, de ver situaciones como médico en las salas de clínicas y demás, pero no tuve una experiencia personal.
La figura política y electoral de Javier Milei fue analizada por Facundo Manes en La entrevista informal (Foto: Franco Fafasuli)
-Tammy: Hace poco dijiste que Milei es un medicamento vencido. Siendo que los jóvenes son los que más lo siguen, ¿vos cómo harías para atraerlos?
-Por qué dije que el remedio está vencido: porque lo que propone ya lo probamos en la Argentina. En Argentina ya probamos la intolerancia; tuvimos épocas muy oscuras de intolerancia. Ya probamos en forma de Convertibilidad la dolarización, acá había un peso un dólar; eso terminó en el 2001 en la mayor crisis económica del país, en más de la mitad de la población excluida, empobrecida, con el sistema productivo argentino destruido, en un manto de corrupción generalizada esa década de los 90. Eso lo probamos.
Y la libertad es lo opuesto a lo que dice él: la libertad significa derribar muros, no construir muros atacando al otro. La libertad es colectiva, no es individual, no es sálvese quien pueda. Coincido con él en muchos aspectos, como por ejemplo en que el sistema político no le dio a la Argentina la prosperidad que prometió.
Hace 40 años tenemos democracia pero no tenemos prosperidad ni desarrollo y los chicos hoy se sienten muy frustrados y hay mucha bronca. Yo tengo miedo de que esa bronca y ese odio se utilicen para situaciones violentas. El desafío es agarrar esa energía, esa bronca, que es legítima en los jóvenes para construir una mejor Argentina. Una Argentina que nunca probamos, que es la de la prosperidad y el desarrollo.
Estoy de acuerdo en usar esa energía de los jóvenes, ese enojo de los jóvenes, me parece bien, pero me parece que no hay que usarlo para el conflicto social o para algo inviable. Creo en una salida para Argentina: ahora tenemos inflación, no llegamos a fin de mes, no hay prosperidad, pero tiene que hacerse un plan de estabilización económica y eso se hace con consensos políticos, no se hace gritándonos unos a otros.
Creo que el enojo que él capta es el enojo que yo veo en los jóvenes y los entiendo a los jóvenes. Yo los invito a los jóvenes a que ese enojo sea para algo productivo, no para algo más problemático.
En la Argentina hay mucha gente con privilegios. Mientras todos nos sentimos mal por el destino común del país, hay mucha gente o algunas personas que tienen privilegios, que les va bien aprovechando la miseria de los demás. Eso me da bronca, me entristece y también me motiva para luchar. Me parece que es otra cosa que capta bien Milei, el tema de los privilegios, y en eso estoy de acuerdo, en la Argentina hay muchos privilegiados que no piensan en el bien común.
-Darly: Soy estudiante, soy colombiana y llevo siete años viviendo aquí y me encanta Argentina. Pero es una realidad que muchos jóvenes se están yendo en busca de mejores oportunidades. ¿Qué nos dirías a nosotros, los que venimos buscando oportunidades acá, y a los argentinos que se están yendo a otros países, para que nos quedemos?
-A ustedes les diría que son bienvenidos, que necesitamos inmigración. Los países necesitan ser diversos, necesitan la energía de los inmigrantes, la fuerza de los inmigrantes, y Argentina es un país de inmigrantes. Les diría que estamos pasando un mal momento pero no aflojen, quédense y hágannos más iluminados.
Y a los argentinos que piensan en irse o se fueron, les diría que yo estuve ahí: me fui, viví varios años en Estados Unidos y viví en Boston, en Iowa, y después en Inglaterra, en Cambridge, y me iba bien. Trabajaba en los mejores laboratorios de mi especialidad, con los mejores, con mis ídolos. Me pagaban bien, tenía casa, auto, prestigio -porque ser médico en Estados Unidos y en Inglaterra es prestigioso- pero todos los días de los años que viví afuera, todos los días sentía que no estaba en mi lugar.
No es fácil irse. Acá somos, acá pertenecemos, el país está adentro nuestro. Todo es un lío acá, pero yo me levanto a la mañana y el país está adentro mío. Afuera sentía que todo era bárbaro pero que no era mío. Así que no es fácil irse. No es fácil el desarraigo. Y también valorar que este país es nuestro y tenemos que fortalecer el sentido de pertenencia.
Tengo la sensación que la Argentina es un Titanic que va para abajo y que cada camarote intenta salvarse uno, pero nadie piensa en el barco común, en la estrategia común. Tenemos que volver al sentido de pertenencia, por eso les decía que una Nación es mucho más que tierra con gente adentro.
Una nación es que si alguien en Neuquén de mi edad no tiene trabajo, esa persona es mi hermano. Si un chiquito en Santiago del Estero no tiene para comer o en el Conurbano bonaerense, ese chiquito -volviendo a lo que le decía a mi hijo Pedrito- tiene que ser mi hijo. Si un jubilado en Corrientes no tiene para pagar la medicación, debe ser mi padre o mi abuelo. Ese es un sentido de Nación, y eso es único, y eso cuando estás afuera no te pasa.
-Santiago: Última pregunta, Facundo ¿creés en Dios?
-Guau… Científicamente no tengo evidencia para creer.
-Sí, pero es más personal ¿vos creés en Dios?
-Creo en Dios. Y rezo y voy a la Difunta Correa, cerca de Salto, todos los años a agradecer, pero no lo puedo explicar científicamente. Y eso es lo maravilloso de la vida, que yo creo que a veces la ciencia no puede explicar el cerebro humano en su totalidad.
-¿Y hoy si le tenés que pedir algo a Dios qué le pedirías?
-Le pediría…
-Sin pensarlo mucho, lo primero que se te venga a la cabeza.
-Paz.
-¿Solo eso?
-Me dijiste una sola cosa… Le pediría muchas cosas.
-Sí, quizás muchas veces cuando preguntamos, lo atribuimos más a lo profesional, y quizás era algo más personal tuyo. ¿Qué pedirías hoy?
-Salud, salud. Nosotros no valoramos la salud.
-¿Crees que te falta salud?
-No. Estoy bien, pero cuando tuve Covid y casi me muero salí de ahí eufórico, disfrutando el agua, el aire. A veces damos por descontado que podemos mover los brazos, las piernas, hablar. Mucha gente no puede hacer eso. Tenemos salud y es maravilloso.
-Darly: ¿No le pedirías ganar las elecciones para presidente?
-Le pediría que me ayude. Todos los años, hace muchos años, voy a la Difunta Correa y le pido -les voy a decir algo personal, más personal que esto no hay- a la que está fuera de Salto, desde que era estudiante de secundario, le digo “ayudame a tener la energía para transformar a mi país”. Si lo hago yo u otro no importa, pero este país tiene que ser transformado.
No nos merecemos esto. Y somos más que esto.
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Producción Periodística: Lara Lukaszewicz, Rocío Klipphan y Agustina Mauderli
Postproducción: Lihueel Althabe, Cecilia Arizaga y Javier Golpe
Dirección de cámaras: Samuel Cejas
Fuente: infobae.com
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