Texto escrito por Selva Espondaburu
El paisaje familiar del Comité Radical de Rauch nunca estuvo completo sin la presencia coqueta, fiel y sonriente de Coca Poffer; era la cara que buscamos siempre para sentirnos en casa. Una de las “rubias” Poffer, de los ojos claros y transparentes como la honestidad inherente al apellido.
De familia numerosa, trabajadora de tambos y heladas camperas, Coca llegó al pueblo a criar su propia estirpe con los valores transmitidos a fuerza de madrugadas y esfuerzos sin quejas de Don Manuel; con la sonrisa perenne de Manolo y Panchito, con la bondad marca Poffer que marcara huella de Egaña hasta Rauch y de allí hasta donde la familia quisiera llegar, siempre arreglada con sutil coquetería. Coca engalanaba las reuniones, almuerzos y bailes del comité; si tuvo dudas, las mantuvo para sí, haciendo de la lealtad su fe de vida.
Podía doblar boletas, repartirlas entre sus vecinos que la respetaron siempre, puntear padrones, participar en las asambleas, dar su opinión sin agredir, sonrisa perenne. Alegría de ser radical, la identidad que la definía. Creo, espero, que se haya ido con la paz que merecía su persona íntegra; seguro lamentó en un último pensamiento no llegar al domingo a poner el voto para la UCR. No te preocupes Coca, tu voto estará contado en las innumerables noches de comité, en tu familia fiel y cabal, y en la felicidad que pudimos compartir desde que recuperamos la democracia. Chau Coca, hasta que nos volvamos a ver; desde la vieja casona de Del Valle 63 un humilde homenaje a quien encarnara el radicalismo; ni se dobló ni se rompió. ¡Adelante los que quedan!
Para nuestra madre, abuela y bisabuela que a la llevaremos para siempre en nuestros corazones y en cada detalle que nos recuerde a ella. Tus hijos Stella Maris, Juan Balbino, y María Cecilia, hijos políticos, nietos, nietos políticos y bisnietos.
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